"EL ACTO REAL
DEL DESCUBRIMIENTO NO CONSISTE
EN
ENCONTRAR NUEVAS TIERRAS, SI NO EN VER CON NUEVOS OJOS”
MARCEL
PROUST
El 17 de Diciembre del 2014 pasará a
la historia para los cubanos, como el día en que finalmente “pasó algo
diferente”, pero “sin borrarlo de pronto”, sin “luz cegadora”, “sin disparo de
nieve”, “sin que aún se los haya llevado la muerte”, aunque ya “no lo vemos
tanto”, “ni lo vemos siempre” y “las visiones” ya no son iguales. *
Para los cubanos, la “esperanza de un
cambio” y el “escepticismo” se han
perseguido continuamente como el Ouroboro, mordiéndose la cola, engulléndose,
regenerándose y recreándose, como el “eterno retorno” sin principio ni final.
Pero llegó el día y nos tomó por
sorpresa. Negociación y estrategia se impusieron, porque no hay otra forma de
solucionar los conflictos.
Se reconocieron las partes,
negociaron y lograron acuerdos.
Se rompió el hielo. Comienza una
nueva etapa.
El conflicto Cuba – Estados Unidos es
casi mitológico, la mayoría de los cubanos creían que no ocurriría mientras
viviera Fidel Castro o durante el gobierno de su hermano Raúl, otros, mientras
se mantuviera el status quo en la isla. Lo cierto es que no ha sido así, y aquí
estamos ante el hecho en vías de consumación. Ahora ¿quién le tiene miedo al
lobo?, ¿quién es el lobo? ¿Qué hacer con el lobo?
Ante todo, debemos aceptar que una
nueva realidad, que ni siquiera imaginamos, comienza a surgir.
Llegó la transición, un largo período
caracterizado por la ambigüedad y la
incertidumbre, que aunque los cubanos
somos expertos sobrevivientes de ambas, estas son diferentes, y por esa
misma condición necesitamos aprender a manejarlas.
Se
impone la necesidad de concientizar que estamos viviendo un proceso de cambio y que este período de
transición es la etapa para identificar y aprovechar nuestras fortalezas y
lograr articular una clara visión de futuro.
La
etapa de negociaciones será larga, son muchos los intereses de ambas partes, mientras, es necesario re-organizar las premisas sobre
las cuales se implementarán los cambios.
Es necesaria la participación activa de todos,
desde sus espacios de poder, por pequeños que parezcan.
Aunque
en estas viciadas relaciones hay mucho espacio para la suspicacia, es
importante construir la confianza entre las partes en conflicto. Es la única
manera posible para desarrollar estrategias y acciones unificadas que permitan
promover cambios profundos y sustentables.
Teniendo
en cuenta la poca confianza que a los cubanos merece el gobierno de la isla, es
comprensible que la falta de claridad en el resultado de los acuerdos despierte
dudas respecto a su cumplimiento.
Ahora
bien, justo por la complejidad de esta negociación, es conveniente seguir de
cerca el cumplimiento de los acuerdos sin descalificar la negociación misma. La
prioridad ahora es mantener un escenario viable que permita continuar logrando
metas sólidas a corto plazo.
Es
necesario una organización de la disidencia de donde surja un liderazgo que le
permita representar los intereses de la mayoría, sólo así podrían aspirar a
participar como partes en una negociación.
Fomentar
la ética dialógica, desconocida en los regímenes totalitarios, es
imprescindible para manejar las diferencias y lograr acuerdos.
Para
negociar se necesita flexibilidad y tolerancia. La disidencia u oposición (la
resistencia), no puede convertirse en una fuerza restrictiva para el cambio,
por el contrario debe convertirse en una fuerza impulsora y aprovecharla para
el cambio.
En
los procesos de cambio todas las partes involucradas deben revisar las premisas,
para a través del diálogo lograr transformaciones profundas y sustentables. No
podemos pretender que las otras partes adapten sus posiciones a partir de las
nuestras, esa no es una premisa válida para negociar.
Esta
nueva era no convencerá a muchos, pero la realidad es inevitable. Necesitamos
visiones integradoras para enfrentar los inéditos retos que se aproximan de
manera eficiente y sostenible. Las nuevas respuestas deben ser integradoras,
capaces de sustituir el pensamiento de
“buenos y malos”, “víctimas-victimarios”, por un pensamiento integrador necesario para superar el viejo
conflicto y crear una nueva realidad, una nueva relación, un nuevo país, una
nueva Cuba.
“El imperialismo”, enemigo poderoso y
chivo expiatorio de los regímenes autoritarios, ha dado su paso al frente. El
gobierno cubano ha dado su paso al frente, y esta vez no con sables afilados
para librar batallas estériles, si no para con la destreza de los jugadores de
ajedrez, al menos “hacer tablas”.
Si se hace lo mismo, se obtendrá más de lo mismo.
Negociar imponiendo condiciones no es negociar, las negociaciones tienen muchas
variables, y si una negociación no resulta, hay que intentar cambiar las premisas
sobre las que se está negociando.
No se trata de PRESIONAR, se trata de
NEGOCIAR!
*OJALÁ:
Silvio Rodríguez