7 ene 2010

¿NAVIDAD?



Queridos desasosegados:



Hace un mes que “des-aparecí” de este espacio. Los abandoné “recién- nacidos”. No es justo, ni necesario. Aunque quizás en plena navidad era "justo y necesario".

Pero créanme, no los he abandonado ni un instante. Creo que no siempre tengo muy claro cómo expresar lo que se agolpa en mi corazón. Eso me ha estado ocurriendo durante este mes de Diciembre, fecha oficial del comienzo de la navidad.

Con sus matices y bemoles para algunos, la navidad en la mayoría de los países cristianos significa alegría, celebración, regalos, adornos alegóricos, fiestas, reuniones familiares, viajes, paseos, vacaciones, tradiciones.

Sin embargo, para “nosotros” no es así, aunque muchos tengamos regalos, fiestas, arbolitos y paseos, no nos abandona el “malhadado desasosiego”.

Imagino otro malecón en la línea del infinito, como si el Golfo fuera una gran piscina, una bahía de bolsa, un lago o una represa, y así como en el de La Habana encontramos a muchos mirando a “ese infinito”, anhelando encontrarse con algún ser querido, con los amigos, o simplemente soñando estar allí. Imagino a los de aquel lado del golfo en la misma posición, anhelando lo mismo, sintiendo que allí quedó mucho, o todo, y que allí es donde quieren celebrar, o simplemente estar allí.

Es una imagen recurrente que igualmente incluye a los que se encuentran en otras latitudes, separados por océanos, y no a 90 millas.




En todo caso, la sensación que me invade no es otra que la de desasosiego, y sobre todo cuando pienso en aquellos que están “castigados” sin derecho a cenar el 24, a adornar sus casas, a estrenarse algo nuevo, a dar y recibir regalos, a reunirse con sus seres queridos, en fin sin derecho a la alegría, a la ilusión, condenados, por obra y gracia de la voluntad, no precisamente divina, a sobrevivir.

En el decreto de “exterminio de las tradiciones”, los que expiraron no fueron ya los lechones de Noche Buena y 31 de Diciembre, si no la alegría, las ilusiones, los regalos, los arbolitos de navidad, y sobre todo las reuniones familiares, de uno y otro lado. Los estertores de los lechones, para alivio de los defensores de los animales, dejaron de escucharse. La Navidad quedó oficialmente prohibida.

Con el “decreto a muerte” de nuestras tradiciones, que son parte de nuestra historia, morían también partes nuestras. Buen tema para los antropólogos.

La navidad se fue “a bolina,” y con ella nuestro derecho a tener ilusiones y disfrutarla. El año nuevo se transformó en la celebración de “otro triunfo”. Ya no era necesaria la navidad, había otro motivo de celebración.

DÍA DE REYES


Para mí el día de reyes era el día más importante del año, incluso más que mi cumpleaños, porque ese día la alegría era compartida. Todos recibíamos regalos, era una gran fiesta. Tuve la dicha de vivir la ilusión de hacer y deshacer la carta a los reyes magos, el mío era Baltasar, mientras iba descubriendo nuevos juguetes o nuevos antojos, o cambiando las prioridades porque sabíamos que “venían muy cargados” y no podían con todo. Era importante no olvidar la hierba y el agua para los camellos. La excitación de la noche del 5 de Enero era incomparable. Creo que desde entonces aprendí a manejar la incertidumbre, ¿qué de la lista me traerán? Era una mezcla de alegría, incertidumbre y cierto temor a la frustración por lo que no vendría. La alegría del amanecer del 6 era también incomparable, era la felicidad total, la fiesta de los niños y los padres. Vecinos, amigos y conocidos compartíamos, jugábamos y nos mostrábamos nuestros regalos. Era el gran día! El verdadero día de los niños.
Todo acabó abruptamente, como si un meteorito gigante hubiera caído sobre nuestras felices existencias.
“Este año los juguetes son por la libreta”; Todos tendríamos que participar de las interminables colas que comenzaban desde mucho antes de comenzar la venta de juguetes, días, semanas. Ya nada fue igual. Ya no existirán más reyes magos cargados de juguetes. La hierba y el agua para los camellos fueron sustituidas por “pomitos de café” y cualquier “cosita” que mitigara el hambre de nuestras madres en sus interminables horas o días de cola, de los cuales regresaban, además de extenuadas,  frustradas por no haber podido “alcanzar”, quizás, ninguna de las elecciones de sus hijos.
La carta con los pedidos tampoco era ya necesaria. Ahora nos “tocaban” 3 juguetes por niño menor de 12 años: un básico y dos adicionales, es decir uno de primera categoría que creo se la otorgaba el precio, y dos quizás “insignificantes”. Fin de las ilusiones y fantasías. Fin de las tradiciones. Comienzo de una nueva odisea en la existencia de los cubanos, de los niños y de los adultos. Esa ha sido la constante para los “desasosegados”, las pérdidas. Pérdida de tradiciones, de ilusiones, de fantasías, de alegrías, de libertad, de derechos.
Ganancias: incertidumbre, pesares, odiseas, restricciones, dolor, duelos, separaciones, y por ahora, hasta ahí.
Confiemos en que más temprano que tarde, recuperaremos nuestras tradiciones, nuestras ilusiones, fantasías, nuestra libertad y nuestro derecho a celebrar como queremos, con quién queremos, donde queremos. Que los reyes magos incluyan nuevamente en su itinerario a la “Perla del Caribe”, y el 24 de Diciembre vuelva a ser una “Noche Buena” y para los que quieran, celebrar en familia. Que el 31 podamos hacer una larga lista de deseos en la que no ocupe el primer lugar, “que este año me llegue la salida” o que “me den la visa” para ir a ver a mi familia, o “conseguirme una extranjero o extranjera" que me libere de esta vida y pueda ayudar a mi familia”.
Confiemos que más temprano que tarde podamos hacer listas que incluyan nuestros deseos de logros y éxitos a partir de nuestros esfuerzos y posibilidades, que contemplen esos viajes anhelados, no para escapar a la sobreviviencia, si no para visitar lugares soñados, y regresar como cualquier “dichoso mortal” a su país, cargados de “souvenir” y no de vitaminas, bolsas de leche, zapatos, toallas, “cubitos Maggi”, café, champú, jabones, etc, muy distante de aquellas cartas que enviábamos a los reyes magos.

Ah! Y que tampoco incluya el desasosiego.

¿FELIZ 2010?

                                       Navidad y Reyes,  2008-09,  La Habana
                            
"Ofertas Navideñas en las tiendas de La Habana, Navidad 2008-2009"
                                                            
                                  


                                                                 

Me hubiera encantado este video con fotos alegóricas, pero........no sé

2 comentarios:

Maria D. Torres dijo...

Kenia, más que apropiado, diría que ha sido una coincidencia ( a lo jungniano) haber leído este post justamente al día siguiente del segundo viernes negro de Venezuela.
No me parece tampoco casual que el presidente haya elegido la cantidad de Bs. 4,30 x dólar, como si en su locura pensara que algunos pensaran que "regresamos al 4,30! oh! qué maravilla". Triste empezar el año con este bombazo, que si bien todo sabíamos inevitable, lo más increíble es la reacción que ha creado en los venezolanos. En vez de armarnos con palos, escobas, la rabia o lo que sea para ir a reclamar nuestras vidas (que vamos perdiendo de a poco), hemos ido a las tiendas de artículos electrónicos y electrodomésticos a comprar todo lo posible, aún endeudandonos hasta el topa, con "por lo menos comprar una tele, una plancha, una cocina, un ventilador, una vajilla o lo que sea que nos encotremos a nuestro paso, antes de que el Lunes las etiquetas de los precios marquen quizás el doble.
Qué es esto? Como si una tele nueva nos fuera a devolver la libertad de salir a la calle sin miedo a que nos maten o maten a nuestros hijos. Como si una cocina nueva fuera a ser garantía de que vamos a tener algo que cocinar en ella.
Triste día y no tanto por la noticia sino por la reacción de nuestros compatriotas.
Estoy empezando a comprender aquella frase de que "cada quien tiene lo que merece". Ojalá la consciencia del venezolano, y del ser humano en general, se eleve antes de que todo termine como con los dinosaurios.
Un beso, amiga.

Isa dijo...

Kenia!
Si el des-aparecerte es una necesidad para escribir como lo haces y contarnos lo que nos cuentas, entonces y con mucho pesar (!) te pediré egoístamente que...desaparezcas de nuevo porque lo que escribes me llega al corazón como flecha envenenada. Repito: me llega al corazón, me conmueve y ahora se desborda mi deseo de saber más ! Por favor sigue.