1 may 2010

EL CIRCO CUBANO

                                             
                                "LOS CANCERBEROS DE LA REVOLUCIÓN"
 

                                                    
           
                                                            
“Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, a pensar y a hablar sin hipocresía”

          "Vale más un minuto de pie que una vida de rodillas”

                                                       José Martí



Acabo de ver en YouToube el video del pasado Sábado 17 de Abril, cuando un grupo de personas intentaba asistir a una conferencia blogger en Punta Brava, y les fue impedido llegar a la casa donde se reunirían, por un grupo de “jóvenes revolucionarios”, cancerberos del gobierno.

Como en los actos de repudio a las “Damas de Blanco”, supongo que sin dudas para nadie, organizados por el gobierno, la mayoría de los participantes son negros.

Esto no tendría ninguna trascendencia, teniendo en cuenta la gran población negra de Cuba, si no fuera por las denuncias de “discriminación racial” que últimamente han tomado auge, incluso, definiéndolo como “racismo estructural”.

Entonces me pregunto si no estamos asistiendo a un doble discurso, que para nada excluye la posibilidad o certeza de prácticas racistas en la isla.

Por una parte la acusación de persecución y acoso a los negros, y por otro vemos que las turbas que acosan, persiguen y hasta golpean a las mujeres manifestantes, pacíficas e indefensas, en su mayoría son negros.
He ahí la duda existencial “ser o no ser”.
¿Se quejan de discriminación aquellos que discriminan, agreden y excluyen? ¿O permiten que se les utilice para ésto? Lo cual es mucho más grave, y sospecho que de eso se trata.
¿Son perseguidores los perseguidos, o persiguen para no ser perseguidos?, o persiguen porque son perseguidos?
En cualquiera de los casos, estamos ante otro de los perversos métodos del régimen: convertir a los ciudadanos en “gladiadores”, disfrutar de sus agresiones, simulando que son “actos voluntarios”, y así evadir su responsabilidad. Evasión que no sería nunca justificable, pues en el supuesto caso de ser “un acto voluntario”, estaría entre sus funciones, impedir que esos actos de barbarie se produjeran en un ¿país civilizado?, así como es tan eficiente, impidiendo las protestas y las reuniones pacíficas como la que se realizaría en Punta Brava el Sábado 17, o como la advertencia que le hace un policía político a una supuesta manifestante (ver en yt), en cuanto a la “no responsabilidad” del gobierno en caso que “desobedezca” la orden de no manifestar en apoyo a las Damas de Blanco.
Ahora bien, seguimos con “la barbarie” que ya traté en un post anterior, y presumo será tema recurrente.
El problema en Cuba no es la discriminación racial, que puede o no existir, insisto, es el sistemático sadismo de enfrentar al “pueblo contra el pueblo”, humillarlos, esclavizarlos, cosificarlos, sean negros contra blancos o blancos contras blancos, o negros contra negros. Es el “placer” de convertir al país en un circo romano, a sus ciudadanos en gladiadores, y los actos de repudio en el rito propiciatorio, la necrofílica práctica de utilizar al pueblo como medio para sus fines, de crear muerte porque no pueden crear vida.
No se trata de una discusión sobre los derechos raciales. Se trata justamente de no caer en la trampa de desviar la defensa de los derechos humanos en Cuba, hacia el derecho de “una parte”, sea blanca, negra, rica o pobre.
La lucha fundamental de los cubanos en este momento, abarca mucho más que las diferencias raciales, sin negar que existan. Se trata de no desplazar la atención hacia sectores, clases, o cualquier división que distorsione el camino: recuperar nuestros derechos humanos. Y entre ellos nuestro derecho a elegir. El derecho a elegir no nos lo otorga nadie, es un derecho por el simple hecho de existir. Somos responsables de lo que elegimos. Somos responsables de “elegir agredir, golpear, maltratar, vituperar, ofender” a nuestros semejantes, sin causa alguna, o de no hacerlo.
Cuando elegimos hacerlo, estamos generando una violencia que en otra circunstancia se revertirá contra nosotros, estamos siendo cómplices y partícipes de la barbarie, del abuso, de la discriminación. La discriminación no es sólo racial, es mucho peor la discriminación de otro ser humano, sea por el color de la piel o por pensar diferente. La discriminación es una perversión, en cualquiera de sus expresiones.
¿Qué va a pasar con estas turbas, sean negras o blancas cuando ya no haya gobierno que las dirija y ampare?
¿Qué va a pasar con cada ciudadano que tenga como saldo de su existencia uno, dos, tres o muchos actos de repudio, que tenga en su “haber existencial” la hazaña de haber levantado en peso a mujeres que ejercen el derecho a caminar libremente por las calles de manera pacífica, y lanzarlas como sacos de piedras a un autobús o en un automóvil?
Sin duda, estos “haberes” se convertirán en “deudas”, el saldo será rojo, morado, negro, como los hematomas de esas señoras.
Habrán cosechado rencores, odios, resentimientos, venganzas, pero lo peor será la culpa, que en algún recóndito espacio de sus almas, alguno de sus nobles sentimientos, que sin duda tienen, les reclamará su cobardía, no sólo por agredir a personas indefensas, si no por no haber sido capaces de negarse a hacerlo, por no haber sido capaces de elegir. Y para los que eligen hacerlo porque lo creen justo, para unos y otros, la historia no los absolverá. Ni sus historias personales, ni la que escriban sus semejantes.
Eso sí, pasarán a la historia como lo que son, unos cobardes.
Los derechos humanos trascienden raza, clase social, religión, o cualquier clasificación, son derechos del hombre por el único motivo de existir.
El problema en Cuba, es de humanos y humanización.
Es de elección. Elegir agredir a otros por miedo como un cobarde, o elegir responsabilizarse por su miedo, eso es valentía.

Como dijo José Martí:
“Hombre es más que blanco, más que negro, más que mulato, dígase hombre y ya se ha dicho todos los derechos”


                                                                         






                

2 comentarios:

Unknown dijo...

Cuando sea gtande quiero ser como tú.
pensando mejor "casi" porque creo que el pelo rubio cacheado no me va a sentar bien, ni tampoco tu elección sexual,porque soy un poco viejo para convertirme ahora maricón. Por lo demás quiero.
Besos y cuídese mucho
Walfrido

Kenia Campano dijo...

Gracias Walfrido querido!!!!
Besos,