9 ene 2015

NEGOCIAR VS. PRESIONAR



                        "EL  ACTO REAL  DEL  DESCUBRIMIENTO  NO CONSISTE  EN   
   ENCONTRAR NUEVAS  TIERRAS, SI NO EN VER CON NUEVOS OJOS”
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        MARCEL  PROUST


El 17 de Diciembre del 2014 pasará a la historia para los cubanos, como el día en que finalmente “pasó algo diferente”, pero “sin borrarlo de pronto”, sin “luz cegadora”, “sin disparo de nieve”, “sin que aún se los haya llevado la muerte”, aunque ya “no lo vemos tanto”, “ni lo vemos siempre” y “las visiones”  ya no son iguales. *
Para los cubanos, la “esperanza de un cambio” y el “escepticismo”  se han perseguido continuamente como el Ouroboro, mordiéndose la cola, engulléndose, regenerándose y recreándose, como el “eterno retorno” sin principio ni final.
Pero llegó el día y nos tomó por sorpresa. Negociación y estrategia se impusieron, porque no hay otra forma de solucionar los conflictos.
Se reconocieron las partes, negociaron y lograron acuerdos.
Se rompió el hielo. Comienza una nueva etapa.
El conflicto Cuba – Estados Unidos es casi mitológico, la mayoría de los cubanos creían que no ocurriría mientras viviera Fidel Castro o durante el gobierno de su hermano Raúl, otros, mientras se mantuviera el status quo en la isla. Lo cierto es que no ha sido así, y aquí estamos ante el hecho en vías de consumación. Ahora ¿quién le tiene miedo al lobo?, ¿quién es el lobo? ¿Qué hacer con el lobo?
Ante todo, debemos aceptar que una nueva realidad, que ni siquiera imaginamos, comienza a surgir.
Llegó la transición, un largo período caracterizado  por la ambigüedad y la incertidumbre, que aunque los cubanos  somos expertos sobrevivientes de ambas, estas son diferentes, y por esa misma condición necesitamos aprender a manejarlas.
Se impone la necesidad de concientizar que estamos viviendo un proceso de cambio y que este período de transición es la etapa para identificar y aprovechar nuestras fortalezas y lograr articular una clara visión de futuro.
La etapa de negociaciones será larga, son muchos los intereses de ambas partes, mientras,  es necesario re-organizar las premisas sobre las cuales se implementarán los cambios.
 Es necesaria la participación activa de todos, desde sus espacios de poder, por pequeños que parezcan.
Aunque en estas viciadas relaciones hay mucho espacio para la suspicacia, es importante construir la confianza entre las partes en conflicto. Es la única manera posible para desarrollar estrategias y acciones unificadas que permitan promover cambios profundos y sustentables.
Teniendo en cuenta la poca confianza que a los cubanos merece el gobierno de la isla, es comprensible que la falta de claridad en el resultado de los acuerdos despierte dudas respecto a su cumplimiento.
Ahora bien, justo por la complejidad de esta negociación, es conveniente seguir de cerca el cumplimiento de los acuerdos sin descalificar la negociación misma. La prioridad ahora es mantener un escenario viable que permita continuar logrando metas sólidas a corto plazo.  
Es necesario una organización de la disidencia de donde surja un liderazgo que le permita representar los intereses de la mayoría, sólo así podrían aspirar a participar como partes en una negociación.
Fomentar la ética dialógica, desconocida en los regímenes totalitarios, es imprescindible para manejar las diferencias y lograr acuerdos.
Para negociar se necesita flexibilidad y tolerancia. La disidencia u oposición (la resistencia), no puede convertirse en una fuerza restrictiva para el cambio, por el contrario debe convertirse en una fuerza impulsora y aprovecharla para el cambio.
En los procesos de cambio todas las partes involucradas deben revisar las premisas, para a través del diálogo lograr transformaciones profundas y sustentables. No podemos pretender que las otras partes adapten sus posiciones a partir de las nuestras, esa no es una premisa válida para negociar.
Esta nueva era no convencerá a muchos, pero la realidad es inevitable. Necesitamos visiones integradoras para enfrentar los inéditos retos que se aproximan de manera eficiente y sostenible. Las nuevas respuestas deben ser integradoras, capaces de sustituir  el pensamiento de “buenos y malos”, “víctimas-victimarios”, por un pensamiento  integrador necesario para superar el viejo conflicto y crear una nueva realidad, una nueva relación, un nuevo país, una nueva Cuba.
“El imperialismo”, enemigo poderoso y chivo expiatorio de los regímenes autoritarios, ha dado su paso al frente. El gobierno cubano ha dado su paso al frente, y esta vez no con sables afilados para librar batallas estériles, si no para con la destreza de los jugadores de ajedrez, al menos “hacer tablas”.
Si se hace  lo mismo, se obtendrá más de lo mismo. Negociar imponiendo condiciones no es negociar, las negociaciones tienen muchas variables, y si una negociación no resulta, hay que intentar cambiar las premisas sobre las que se está negociando.
No se trata de PRESIONAR, se trata de NEGOCIAR!

 *OJALÁ:  Silvio Rodríguez







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